En el artículo de hoy voy a compartir con vosotros mi última experiencia en el restaurante Torreluna de Zaragoza, un restaurante abierto solo para eventos con un gran marketing en el que algo falla, ¿queréis saber el qué? seguid leyendo.
Dónde está el Restaurante Torreluna Zaragoza
Antes de nada vamos a ubicar la dirección exacta del restaurante para que podáis localizarlo en vuestros GPS, no obstante este restaurante de Zaragoza está ubicado perfectamente en Google Maps, no tendréis problema para llegar.
Calle de Miguel Servet, 193
50013 Zaragoza SPAIN
Tel. 876 01 42 48
Este restaurante se encuentra a las afueras de Zaragoza, para los que no lo sepáis ubicar bien, se encuentra enfrente del pabellón Príncipe Felipe, en un antiguo palacio, el palacio de los marqueses de Osera que hacia 2010 se rehabilitó y convirtió en restaurante y terraza-pub.
Instalaciones del Restaurante Torreluna Zaragoza
Probablemente este sea el principal punto del restaurante, sus instalaciones, la belleza de sus jardines y la delicia de tomarse una copa en Zaragoza en un lugar lleno de tranquilidad y naturaleza.
Al entrar se llega al palacio en el que amablemente nos recibirá y saludará su personal, incluso nos invitarán a dejar nuestros abrigos en el guardarropa, la verdad es que el efecto entrada es ideal, parece que entras a un sitio con clase.
Y después de atravesar la entrada llegarás al jardín a través del que se reparten los diferentes salones, aquí llega el primer problema, más vale que sepáis qué salón es el vuestro porque puedes preguntar a varios que nadie sabrá decírtelo con exactitud, pero bueno, esto tampoco es problema, al fin y al cabo son los camareros, el fallo es que no haya nadie «acomodando»
Una vez acomodado en un salón que compartes con 2, 3 o 4 grupos más, comienza la cena.
Tras la finalización de la cena el personal te invita a tomar una copa en la carpa si es invierno o en la terraza si es verano, terraza en la que una agradable música house acompaña la velada hasta la madrugada.
Menús del Restaurante Torreluna Zaragoza
Ahora toca lo importante, a lo que realmente hemos venido al restaurante, ¡a comer! o bueno, en nuestro caso a cenar.
La verdad es que había estado alguna vez de copas pero comiendo solo una, había tenido varias personas en mi entorno que habían acudido aquí pero yo nunca, hasta el pasado diciembre, nunca.
La razón por la que siempre había descartado este sitio es porque nadie me había hablado bien de él, pero, al ser un lugar de eventos, tenía un compromiso y a regañadientes pero tuve que ir, algo que no me importó, al fin y al cabo hay que probar todo.
El menú lo tuvimos que elegir con anterioridad, se ve que no tienen cocina propia y es catering por lo que han de tener bien planificadas las raciones, la verdad es que el menú no pintaba mal, un entrante, un principal, carne o pescado y postre.
En nuestro caso el entrante fue una tostada de foie, el principal un platito con fideua y en mi caso elegí pescado que era merluza y la carne era solomillo en salsa. El postre una tarta de chocolate con helado, aparentemente muy bien.
Tras leer el menú nos dispusimos a cenar y no pasaron ni 5 minutos que ya comenzaron los problemas, la verdad es que es una pena porque es un sitio al que no volveré por la mala organización del mismo.
Nada más sentarnos nos hicieron cambiarnos de mesa, nos cambiamos y comenzaron a sacar el primer entrante, la tostada de foie, bien, estaba bastante bien, el personal había tardado bastante en servirnos pero bueno, tampoco era tan mala la experiencia.
Terminado el entrante llegó el turno de la fideua, los camareros comienzan a repartir la misma y… tachán!! Sorpresa!! No habían preparado suficientes raciones y en nuestra mesa un amigo se quede son fideua; y digo yo… ¿y por qué no repartieron la fideua que tenían en más platos? Si la ración hubiera sido más pequeña, nadie se hubiera enterado
En nuestra mesa ya empezó a correr el malestar pero estábamos de desconexión y decidimos tomarlo a risas y llegó el turno del principal (carne o pescado).
Nos sirvieron los platos y… tercera sorpresa de la noche, la comida estaba fría, helada diría yo, parte de la mesa nos la comimos y parte decidió no comerla y levantarse e irsen del restaurante sin terminar.
Al resto nos sacaron el postre, el café y la copa y una vez terminamos nos marchamos.
Precio del Restaurante Torreluna Zaragoza
La verdad es que el precio de antemano es algo que te echa para atrás, 35€ por el menú, pero al ser un sitio “cool” es pagable, el menú en papel está bien, el sitio está bien, la atención antes de llegar es correcta, así que es un precio pagable.
Creo que hay menús más baratos, tengo conocidos que han cenado por 25€, pero con esos menús, además de que el servicio es exactamente igual, te quedas con hambre, así que es mejor elegir uno un poco más elaborado.
En definitiva, un lugar de relación calidad-precio muy baja, y es una pena porque el lugar está bien, la presentación de los platos es genial, la atención a la llegada… todo a la vista es de 10 pero fallan en lo más importante, en el producto, en lo único que tienen que prestar atención, al fin y al cabo vamos a comer.
Si sois de buen comer os recomiendo elegir otro sitio, aquí os quedaréis con hambre, yo me quede bien y soy de comer poco…
Terraza del Restaurante Torreluna Zaragoza
A pesar de mi experiencia en el restaurante, recomiendo la terraza del restaurante, particularmente en las noches de verano.
Un chiringuito en el centro del jardín rodeado de sofás y sillas para descansar así como mesas altas en las que reposar tu copa y una cabina con la música más actual. Las copas no las preparan mal y el precio no es caro, es un precio normal en Zaragoza, dependiendo de marcas y tal, pero la copa ronda los 8€
La pena es volver a casa, cierto es que el Restaurante Torreluna Zaragoza tiene parking gratis para clientes, pero claro, si te tomas una copa o vino mejor no usarlo y la verdad es que allí los taxis o los llamas o pasan más bien pocos.
Una recomendación, caminad un poco hasta el Príncipe Felipe, allí tendréis más opciones de taxi, eso sí, los 20€ para ir al centro no os los quitan nadie.